sábado, 5 de septiembre de 2020

5 testimonios de estilo de vida sostenible para un futuro mejor

 



Por Jessica Labrador

Cambio climático, emisión de gases de efecto invernadero, contaminación de mares y océanos, alteración de ecosistemas, escasez de recursos naturales e hiperconcentración de la población en zonas urbanas, son quizá las seis primeras realidades que están poniendo en riesgo la sobrevivencia y están obligando un cambio hacia estilos de vida sostenibles.

Con la intención de reducir significativamente el riesgo por el impacto ambiental, distintas entidades y organizaciones están apoyando la transformación del actual modelo urbano y económico, a ciudades inteligentes con un estilo de vida enmarcado en los lineamientos del desarrollo sostenible.

 

Estos centros urbanos se caracterizarían por usar una “tecnología limpia” para consolidar la economía verde o circular que exige el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente: un enfoque integral con un sistema productivo bajo en carbono, eficiente manejo de recursos naturales y de materia prima, como socialmente inclusivo, que conecta el clima, la naturaleza y el uso adecuado de las tierras urbanas y rurales.

Hasta donde hemos leído, Suecia, Noruega, Alemania, Dinamarca, Suiza, España, Austria, Finlandia, Islandia y Costa Rica, han estado dando los primeros pasos hacia una economía más verde: en algunos casos con el apoyo de la tecnología, estos países están reutilizando los recursos, educan sobre compras conscientes, toman en cuenta el medio ambiente para sus construcciones, potencian la electricidad renovable, estimulan la agricultura ecológica, construyen ciclovías y diseñan un sistema de transporte masivo ecológico.

A juzgar por el número de países citados, en el resto del mundo aún no se consolida una economía verde o circular, ni con ello el cambio del estilo de vida que ha impuesto la producción lineal. Para ello, en nuestra opinión, se necesita empoderar a la sociedad sobre la importancia del cuidado del medio ambiente mientras se ejecuta las medidas del desarrollo sostenible, de una economía verde, a fin de que se pueda gestar la transformación hacia el nuevo estilo de vida.

La materialización y el éxito de la “ciudad inteligente” dependen de un cambio cultural que nuestra generación conscientemente debe dar. En el imaginario colectivo es necesario que se asuma el cuidado del medio ambiente como un hábito: una práctica oriunda de nuestro modo de sentir, pensar y actuar.

En este sentido, en el proceso de transformación tenemos, como afirma la ONU, responsabilidades comunes con los gobiernos, el sector privado y el sistema de las Naciones Unidas, pero diferenciadas.

Independientemente de que gobiernos y sector privado, con el apoyo de la tecnología o no, logren o no ponerse de acuerdo en la manera de gestar el cambio, desde lo individual podemos concientizar a la sociedad civil sobre la posibilidad de crear riquezas y calidad de vida con un impacto mínimo sobre el medio ambiente, y buscando el bienestar humano.

Desde lo individual, la puesta en escena de un estilo de vida sostenible es viable si ejecutamos prácticas muy sencillas que reducen la presión sobre el medio ambiente y nos benefician.

En Venezuela, las difíciles circunstancias económicas, políticas y sociales han provocado la revalorización del campo. Profesionales de distintas áreas están recuperando y trabajando sosteniblemente propiedades familiares abandonadas.

Sin embargo, hay ejemplos en los que un estilo de vida sostenible ha sido el pilar de los valores familiares, más allá de la crisis. Este modo de vivir ha sido una elección en el proyecto de vida familiar, y en función de esto, la familia ha organizado su visión de mundo.  

He aquí algunos testimonios que pueden orientarnos en la adopción del cambio, como ser meritorios ejemplos que combinan factores individuales, colectivos y externos, con 6 acciones sostenibles: siembra ecológica, uso adecuado de los recursos naturales, reciclaje, uso de bicicletas, aprovechamiento de las caminatas y construcciones verdes.     

Acciones sostenibles en la Plaza del Llano de Mérida

 

María Araujo/Foto: Daniela Vielma


María Moraima Araujo de Vielma es licenciada en Letras y Educación, pero se dedica al comercio mientras sirve al medio ambiente. Es propietaria de Abastos Todito, ubicado en la Plaza del Llano de Mérida, y como miembro fundador de la Asociación de Comerciantes Llano Central, se ha dedicado a la recuperación y mantenimiento de las áreas verdes de la Plaza del Llano.

Hace más de 20 años que María Araujo decidió llevar un estilo de vida sostenible. En su comercio ha realizado jornadas de reciclaje para el vidrio, el plástico, el papel y el cartón, colaborando con organizaciones locales como CIULAMIDE de la Universidad de Los Andes.

Con la intención de incentivar el desuso de la bolsa plástica, María fue la primera del sector en elaborar bolsas de tela ecológicas para realizar las compras. En un momento en que la realidad económica venezolana lo permitía, las bolsas de telas fueron distribuidas gratuitamente a la comunidad y clientes para “educar haciendo”. El eslogan de la bolsa fue “Cuidemos nuestro mundo ¡RECICLA!” “De Todo en Todito”. Acción que incentivó a otros comercios en Mérida a confeccionar su propia bolsa ecológica para la venta.

Como miembro fundador de la Asociación de Comerciantes Llano Central, constantemente realiza campañas con los demás socios para que los comerciantes, y la sociedad civil del Llano, reciclen sus desechos, cumplan con los horarios, limpien sus frentes y desmalecen.  Esta asociación de comerciantes mantiene las áreas comunes en el sector Llano Central a través de la siembra y mantenimiento de las áreas comunes.

Con orgullo y satisfacción, María confiesa que su asociación ha sembrado araguaney, palmas, capachos, cintas y otras plantas decorativas; ha ayudado con la conservación de los árboles antiguos de la localidad; mantiene limpia la plaza con la recolección de la basura, y le colabora al jardinero de la Corporación Merideña de Turismo (CORMETUR) suministrándole las herramientas que él necesita.

Por tales acciones, la Asociación, los comerciantes y la sociedad civil del Llano han sido reconocidos como una comunidad piloto en limpieza y seguridad, que llama a la consciencia de cada individuo para que se sume a colaborar.


Eco Aldea Casa Madre



En la parte alta de El Rincón, en la ciudad de Mérida, funciona Eco Aldea “Casa Madre”: una iniciativa de las fundaciones Ejercicio Para La Salud y Gran Fraternidad Universal, para fomentar paz y cultura con un profundo sentido ecológico.

Es un proyecto socio-productivo y auto-sustentable. Su misión es “fomentar y masificar la enseñanza y práctica agroecológica, homo-ecológica, y de actividades que contribuyen al equilibrio físico, mental, espiritual y social del individuo, para coadyuvar a la preservación, respeto, conocimiento y divulgación del patrimonio, la identidad, la pluralidad cultural y los saberes de nuestros pueblos”. 

La estructura física de “Casa Madre” es una construcción verde: se levantó sobre los cimientos de una casa antigua de tierra pisada, algunos muros son de tapias y otras paredes son de adobes, una parte de la madera de los techos es reutilizada y otra parte nueva, las tejas de arcilla son reutilizadas y nuevas, el piso es de caico rústico, mientras que las puertas y las ventanas son de madera.

María Moraima Araujo de Vielma, presidenta de Ejercicio Para La Salud y administradora de Fraternidad Universal, explica que la construcción de Eco Aldea Casa Madre fue pensada para generar el menor impacto ambiental posible, pero considerando que la zona fuera apta para su construcción.

Para llegar al sitio, se programan caminatas. Las personas que visitan el lugar mantienen un uso adecuado y consciente de los recursos naturales. Ellas van con la intención de disfrutar del paisaje como de las actividades que ofrecen: ejercicio físico, yoga, música terapia, bailoterapia, siembra ecológica, mantenimiento de las áreas verdes y caminatas recreativas.

En junio del 2018 se inauguró la “Casa Madre”. Sobre sus casi tres hectáreas los miembros siembran caraotas, maíz, calabacín y árboles frutales como naranja, aguacate, higos y tomate de árbol, plantas aromáticas y medicinales. Los  fertilizantes son naturales, hechos con humus y compost.

El reciclaje, obligatorio: las bolsas plásticas de alimentos procesados y envases plásticos los reutilizan para semilleros, los metales que ya no tienen uso, lo utilizan como materos, y han hechos muros con caucho relleno de tierra.

Muchas personas, dentro y fuera del país, participan en sus actividades agro-ecológicas. Cada año se hacen talleres de cocina, jardinería y reciclaje. Según refiere la Sra. Araujo, el año pasado en dos oportunidades, las profesoras del Club de Ejercicio Para la Salud de San Pío de Ejido, llevaron a sus alumnos del liceo a Eco Aldea “Casa Madre”. Con la intención de crear una educación ambiental, los participantes hicieron una caminata para llegar al lugar, y colaboraron con la limpieza y el desmalezamiento.

El lugar está a disposición de la sociedad civil, grupos u organizaciones de carácter filantrópico que buscan despertar consciencia sobre sí mismos, el planeta y la sociedad. Esto último articulado con la visión holística de comprender integralmente la existencia.


Acciones holísticas sostenibles

 

Luis Guerrero/Foto: Luis Guerrero


Luis Guerrero Montoya es profesor jubilado de la Universidad de Los Andes. Es autor de Ejercicios para la salud (2001), Fisiología del Ejercicio, Teoría y práctica (2010), Estilo de vida y salud: una visión ecosistémica (2011) y Fundamentos científicos del entrenamiento (2017).  

Desde hace 40 años adoptó un estilo de vida sostenible que integra dinámica y armónicamente lo humano, lo social y lo natural, respetando las potencialidades que provee la madre naturaleza.

Su casa principal es toda de madera, y su casa de montaña en la Comunidad de Gavidia, en el corazón del Parque Nacional Sierra Nevada, es de piedra, adobe y madera. Ha promocionado el uso de la bicicleta desde hace más de 30 años. De hecho, cuando estaban construyendo las vías del Trolebús, sugirió la ciclovía para la ciudad de Mérida en un artículo a página completa publicado en el periódico local Diario Frontera.

Su determinación a una atmósfera libre de carbono es inquebrantable: Esperanza es el nombre de su bicicleta, tiene una parrilla de carga que soporta hasta 12 kg de peso. Con Esperanza se traslada a cualquier lugar de la ciudad y fuera de ella también.

Sus acciones sostenibles comprenden igualmente la coordinación de proyectos que respaldan un modelo de vida espiritual, físico y mental diferente. El profesor ulandino ha sido coordinador de los Clubes de Ejercicio para la Salud, el Programa Alimentación para la Salud, el Taller Transformación Interior para la Salud, el Club de Montañismo para la Salud, el Club de Yoga de la ULA, el Centro de Desarrollo Integral, el Huerto Urbano Alborada, entre otros. 

En estos proyectos participan personas de todo el país. Los Clubes de Ejercicio para la Salud, por ejemplo, operan en Mérida, Barinas, Táchira y Trujillo. Su propósito es promover la actividad física para la salud y la calidad de vida. El Programa Alimentación para la Salud es un complemento del proyecto anterior, y busca educar sobre la alimentación sana, integral y ecológica, promoviendo la alimentación ovo-lacta-vegetariana.

En el Taller Transformación Interior se sana lo que no se puede con el ejercicio y la alimentación: tu niño interior, integrando lo mejor de oriente y occidente con la psicología transpersonal para el cuidado del espíritu.

El Club de Montañismo para la Salud promueve el montañismo de bajo impacto con un profundo sentido de respeto por la naturaleza, la montaña y la caminata. Creado hace diez años, hoy representa el club de montañismo más grande de Venezuela.

Todos estos proyectos se ejecutan en el Centro de Desarrollo Integral: el epicentro donde se coordinan todas las actividades y el cual es parte integral de dos fundaciones: Fundación Ejercicio para la Salud y Fundación Amigos de la Gran Fraternidad Universal.

En su compromiso con el medio ambiente, el profesor Luis Guerrero participa en dos grandes proyectos ecológicos: la construcción y siembra del Huerto Urbano Alborada, ubicado en la Hechicera, en la Residencias Campo Neblina III. Como aprendiz de hortelano, siembra en una media hectárea hortalizas, camburales, frutales y chachafrutos, bajo los principios de la permacultura.

El otro gran proyecto es Eco Aldea “Casa Madre, donde el profesor Guerrero persiste en el cultivo de su sabiduría, realizando actividades para el bienestar del medio ambiente y de nuestra salud física, espiritual y mental.

Casa de los Espíritus: un proyecto familiar agroecológico

 

Casa de los Espíritu. Foto: Yusmaira Olivo

En San Rafael de Tabay, estado Mérida-Venezuela, se encuentra Casa de Los Espíritus: un proyecto familiar que combina la tecnología y la ciencia con el conocimiento ancestral, cotidiano, rural y campesino, para la producción sostenible de alimento totalmente orgánico.

Su propietaria, la familia García Olivo, desde hace un año ejecuta sobre dos hectáreas el cultivo de lechuga, berenjena, cebollín, rúcalas, cambur, yuca, caraotas, lulos, fresas, apios, ajo porro, repollo, brócoli, kale, batata naranja y blanca, perejil. A largo plazo tendrá  plantaciones de café y chachafruto.

La siembra es totalmente orgánica. Su abono es de origen animal-bosta de vaca, caballo, cabra y humus de lombriz- y abono de origen vegetal: turba y compost elaborado con conchas de frutas y de vegetales.

Además, la familia produce semillas y plántulas que utiliza para el intercambio, la obtención de rubros y de nuevas especies para cultivar, pues parte de su sistema de producción pretende alcanzar el cultivo de papa nativa y maíz.

Estas plantaciones se combinan con cultivos de flores, como Marigold  y Caléndulas, y con aromáticas como Rudas y Lavanda para repeler insectos de forma natural. A esto habría que añadir la siembra de plantas purificadoras, sanadoras y embellecedoras en función de las necesidades ambientales.

En la jardinería de Casa de los Espíritus, hay plantas que sanan estanques, como el Jacinto de Agua; plantas que absorben humedad, como Bromelias, Orquídeas y Monsteras; plantas que purifican ambientes, como Lirio de la Paz; plantas que embellecen espacios, como Crocosmia Lucifer, Zinnias, Aves de Paraíso, Girasoles, Lirio, Anthurium, Calas y variedad de Suculentas.

La familia García Olivo consciente de la gran cantidad de basura que se produce a diario en el mundo, ha transformado muchos objetos en elementos utilitarios y decorativos. Su proyecto ha tomado en cuenta la reutilización de materiales cuyo desecho impactarían el ambiente.

Para la construcción del vivero han utilizado los empaques de alimentos procesados para sembrar plántulas antes de ser finalmente enterradas. El portón de la casa está hecho con rines de bicicleta; las puertas, con material para embalaje de maquinaria; los mesones, con carretes de cable industrial, y paredes con botellas de vidrio que resultan ideales para filtrar la luz y mantener la temperatura de la casa. Esto, sin embargo, acompañado de construcciones con setos de pequeños arbustos.

En Venezuela, la escasez de la gasolina y el alto costo de los repuestos automovilísticos han motivado el uso de la bicicleta, al menos en Mérida. En la familia de Casa de los Espíritus, la bicicleta se usa para compras familiares, mientras que  las caminatas, por ahora, sólo la realizan de manera recreativa, pues cuenta con bosques robustos y lejanos que inspiran descanso y la plena conexión con la naturaleza.

Gastronomía sostenible en el Mercado Principal de Mérida

Foto: Yusmaira Olivo


María Luisa Molina es una ingeniera forestal jubilada que actualmente administra su propio restaurante. Su carrera y pasión por la cocina orgánica las ha ejercido de acuerdo con lo que ella considera un modelo de vida sostenible: acciones que aseguran la sustentabilidad, están en sintonía con el medio ambiente, se ejercen con consciencia de vida y con hábitos saludables.

Como ingeniera forestal, María Molina ha realizado proyectos destinados a la conservación del ambiente, por ejemplo, trabajos en reforestación y control de torrentes. En su vida personal, utiliza artículos y productos de limpieza con bajo impacto ambiental: jabones artesanales, aceites naturales y el mínimo uso de los detergentes.

Su alimentación de igual forma ha sido consciente: basada en un 90 por ciento en vegetales, cereales integrales, frutas, verduras, semillas y tubérculos. Su nivel de consciencia lo ha querido compartir con la humanidad a través de su restaurante, Alimentándote con Magui, ubicado en el Mercado Principal de Mérida.

Este proyecto se trata de un servicio de comida saludable fundada en cereales integrales, hortalizas, semillas, frutas, leguminosas, bebidas naturales, infusiones y ensaladas crudas preparadas al momento de ser pedidas. Los productos del menú son totalmente orgánicos, algunos comprados en el Mercado Principal, otros comprados a los productores locales que ejecutan siembra orgánica- agroecológica en sus huertos.

En su cocina, María  Molina procura un uso adecuado de los recursos naturales: no utiliza envases de plástico ni productos de limpieza tóxicos; produce muy pocos desechos orgánicos y lo que produce, lo descarta adecuadamente. 


Modelo urbano sostenible para un futuro mejor: a modo de conclusión

Sobran ejemplos de formas de vida sostenibles en la ciudad. Pero, a pesar de esto, no son suficientes. Para quienes ofrecieron su testimonio en este artículo, es posible el cambio hacia una ciudad más saludable si la presente asume conscientemente el cuidado del medio ambiente.

Según el profesor Luis Guerrero, podemos comenzar el cambio tomando consciencia de una alimentación más natural y respetuosa de la vida y de la naturaleza. Promover el reciclaje en todas sus expresiones. Cultivar la tierra a través de la agroecología y el corazón humano debe ser reforestado y cultivado de todas las buenas virtudes para así ser el cambio que queremos ver en el mundo”.

La propietaria de Abastos Todito, Moraima Araujo, la familia García Olivo y la ingeniera María Molina no sólo comparten la opinión de Luis, sino que también agregan la necesidad de usar eficientemente los recursos naturales renovables, cuidar las zonas verdes, desechar menos y reutilizar más, caminar, utilizar la bicicleta u otra alternativa que sea ecológica para trasladarse por la ciudad. Incentivar al público en general el rescate, el mantenimiento y el cuidado de las áreas verdes de las zonas urbanas, valorar las áreas para el esparcimiento tomando en cuenta que son para el bienestar común. Enseñar a sembrar, podar, deshierbar, trasplantar y regar, como incentivar que todos tienen la capacidad de sembrar sus propios alimentos.

El impacto ambiental existe, es real, el daño va en aumento y su responsabilidad recae en acciones (auto)destructivas. La ciudad del futuro traerá bienestar si en la actual entendemos que, hasta el momento, la única respuesta al problema está en la construcción de un modelo urbano sostenible. Por nuestro bienestar, atrevámonos  a cambiar  los acostumbrados paradigmas.  

 

 

 

 

 

 

 

 

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